viernes, 2 de diciembre de 2011

Lo que no decimos con palabras

El ser humano entiende la comunicación como un elemento indispensable para relacionarse con su entorno y sobrevivir. No obstante, no siempre podemos usarla de la misma manera, sino que lo hacemos en función del contexto o situación comunicativa en que estemos.

El problema radica en el hecho de que creemos que dominamos nuestras palabras y lenguaje verbal cuando queremos expresar algo, y casi siempre es así, pero ¿qué ocurre con el no verbal? Es prácticamente imposible hablar sin gesticular, sin expresar algo más sin utilizar palabras, y por tanto, es algo que deberíamos aprender a dominar con soltura para que lo que llegue a la gente acerca de nosotros sea lo que nosotros queremos hacer saber.

Una de las ocasiones en las que debemos controlar al milímetro nuestro lenguaje no verbal es en una entrevista de trabajo. Desde el momento en el que llegamos al lugar de la entrevista, debemos mostrar coherencia entre nuestras palabras y nuestros gestos y/o movimientos. De la misma manera, nuestra vestimenta también dice mucho de nosotros, por lo que debemos ajustarla siempre al puesto de trabajo que queremos obtener.


En el momento del saludo, debemos estrechar la mano con seguridad, pero con una fuerza moderada a la vez que miramos al entrevistador. Una vez finalizado el saludo, debemos esperar a que nos ofrezcan el asiento.

Hay que evitar distraer al entrevistador con los movimientos de manos, la mejor forma de mostrar autoridad es entrelazando los dedos. Igualmente, debemos evitar gestos que son claras muestras de inseguridad, tal es el caso de tocarse el pelo o la oreja.

Con la postura que escojamos a la hora de sentarnos, también vamos a expresar lo suficiente como para que el entrevistador se haga con una imagen nuestra, que en muchos casos, puede discernir de la real. Es importante mantener una postura formal pero natural, evitando mostrar aburrimiento y a la vez inseguridad o incomodidad.

En cuanto a la mirada, los ojos son el espejo del alma, y por tanto, debemos intentar mirar al entrevistador directamente a los ojos, que vea que tenemos confianza en nosotros mismos, una mirada vale más que mil palabras.

En definitiva, conseguir o no un puesto de trabajo al que queremos optar depende en gran medida de lo que nosotros mismos mostremos acerca de nuestra personalidad, es por esto, que es importante saber a qué empresa nos dirigimos y qué es lo que buscan, para adaptar nuestra comunicación (verbal y no verbal) y adaptar nuestra imagen al perfil profesional que están buscando.

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